Hace 8 años, la jueza de Distrito Gladys Kessler ordenó a un fabricante de cigarrillos que admitiera públicamente que mintió por décadas acerca de los daños que causa el fumar. La base para dicha decisión fue el testimonio de cientos de testigos y los documentos productos de una investigación en la que se descubrió –según el tribunal– una campaña masiva fraudulenta.
No obstante, aún sin haber cumplido la orden, las compañías de tabaco han presentado un recurso en el tribunal, en un esfuerzo por librarse de la humillación de tener que realizar comerciales en donde se tilden a sí mismos de mentirosos, según reseñó el diario Star Tribune.
Según la orden del tribunal, los anuncios deben aparecer en la televisión, Internet y en los empaques de los cigarrillos, como una medida correctiva a los antes difundidos. Deben incluir información de salud pública y fáctica sobre el efecto del uso del cigarrillo.
Las compañías afirman que están listas para diseminar la información sobre los cigarrillos, pero alegan que esos anuncios están diseñados para que el público “no crea nada sobre lo que dicen las compañías sobre el tema”. Las compañías solicitan que se eliminen las declaraciones correctivas y se les permita preparar nuevas.