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Mi experiencia reválidera II: De los «fail», los «pass» y las segundas, terceras y cuartas veces

Mi experiencia reválidera 2: De los fails, los pass y las segundas, terceras y cuartas vecesHace poco más de un año escribí la columna “Mi experiencia «revalidera»: 14 mamotretos, Revenge y el Código Civil”. En esa columna les conté sobre las incidencias durante los días de reválida y las pesadillas que a diario tenía posterior a haberla tomado. Finalmente, les prometí que les contaría sobre mis resultados y les comprometí, a que si debía tomarla una segunda vez, me acompañarían nuevamente en el proceso.

Anuncian resultados de la reválida de septiembre 2015

Tengo que confesarles que mi expectativa era precisamente esa, que no pasaría la reválida y que el proceso se me iba a repetir. Esa corazonada, lamentablemente, se me hizo realidad y para estas fechas recibí el resultado de que no había pasado la “dichosa” reválida. Así que a pesar de que no cumplí a cabalidad lo prometido, he vuelto para contarles que finalmente pasó.

Para los que no conocen como funciona la cuestión, esta generación de “revalideros” estamos dichosos de que no tenemos que ir a la puerta del Tribunal Supremo a buscar el resultado en la lista que tradicionalmente se pone. Lo único que tenemos que hacer es sentarnos frente a la computadora y darle “refresh” frenéticamente a este enlace, esperando que salga la lista de este año, con un montón de números entre los cuales están los últimos cuatro dígitos de tu seguro social.

Pues yo les cuento que el día en que recibí los resultados, estaba en un almuerzo de Acción de Gracias en mi trabajo. Así que cuando recibí un texto en mi celular que decía que ya los resultados habían llegado, corrí a mi computadora para buscarme en la lista. Del frenesí, el estrés y la locura, se me olvidó mi número de seguro social, lo confundí con otro y como no me encontraba pensé lo peor. Y lo peor, no es que no la haya pasado, lo peor es que NO HAYAN CORREGIDO TU EXAMEN. Así que en esas estuve varios minutos hasta que finalmente me acordé, me encontré y supe que no había pasado la reválida. FAIL, bien grande, en una letra que me pareció que era tamaño 40 al menos.

Casi instantáneamente recibí un mensaje de texto grupal de una amiga que decía:

“Solo los ‘colga’os’. Estamos en Río Piedras”.

Hasta allí llegué a «badtripiar» con gente con la que jamás me imaginé llorar la «colgá» de la reválida. Porque se los juro, si alguien me hubiera dicho que estas personas, y otras que corrieron con nuestra misma suerte, no pasarían la reválida, jamás lo hubiera creído. Así de arbitrario puede ser esto. Muchos de mis amigos más brillantes, quienes sé tendrán una carrera brillante por sus logros, su motivación y empeño recibieron el FAIL, que cayó como un balde de agua fría luego de tantos meses estudiando, preparándonos y privándonos de nuestras familias y de la vida.

Los siguientes meses parecieron eternos. Recibí muchos consejos y ayuda. El mejor de todos fue el siguiente: “Disfruta tus navidades, descansa y siéntate a reflexionar sobre estas cosas: (1) qué cosas hiciste que funcionaron; (2) qué cosas hiciste que sabes que no funcionaron; (3) qué harías diferente”. De cada una hice una lista de tres cosas. Seguí el consejo al pie de la letra. Decidí que no me había funcionado utilizar muchos mamotretos distintos, que no había practicado como debía y que no había sabido manejar mi estrés. Hice ejercicios para manejar mi estrés, escogí los mamotretos que iba a utilizar, me mantuve firme en mi decisión y practiqué como nunca había practicado nada. En mayo, luego de tomar el examen por segunda vez en marzo, finalmente me llegó el deseado PASS.

Durante los próximos días, muchos de los que lean esto recibirán la noticia de si pasaron o no este examen. Muchos tendrán la semana de Acción de Gracias para celebrar, otros no la pasarán tan bien. Todos tendrán que esperar. Unos para juramentar en febrero, otros para descansar, prepararse y volverla a tomar. Muchos tendrán que tomarla más de una, dos y tres veces. Así vi muchos compañeros en marzo. El día de la juramentación, en agosto, abracé a varios. Entre ellos a una amiga muy querida que pasó la reválida a su cuarta vez. Conocerla me aleccionó mucho sobre la constancia, sobre la importancia de establecer metas y no claudicar hasta lograrlas. Le recuerdo estudiando para su cuarta vez como si estuviera estudiando para la primera, con la misma entrega. Fue un gran ejemplo para mi.

A los que reciban su PASS, los felicito, trabajaron duro y lo lograron. A los que les suceda como yo, no se dejen amilanar por la derrota. La capacidad, los conocimientos, la inteligencia están, es cuestión de cambiar la táctica. Les paso el consejo que con mucho amor me dieron y funcionó. Descansen, disfruten su navidad y reenfóquense. La meta, el PASS, lo van a lograr. El tiempo pasa demasiado rápido y en un abrir y cerrar de ojos se olvida el trago amargo. Yo, que pensaba que había perdido demasiado tiempo en esta jugada, a un año de haber “fallado” ya practico y tengo clientes que confían en mis destrezas, mi conocimiento y criterio.

A todos,  celébrense y celebren su esfuerzo. Se lo merecen.