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Del símbolo a la acción

Tras las aperturas durante este verano de embajadas tanto en los Estados Unidos como en Cuba, el camino hacia intercambios más concretos entre ambos países se sigue pavimentando con fuerza

Por Ana Teresa Toro
Para Microjuris.com

Del símbolo a la acción
Ilustración: Ramses Morales Izquierdo

Todavía estaban vivos y pudieron estar ahí, en el mismo lugar donde en el 1961, con un gesto, quedó marcada la historia. Se trato de James Tracy, Mike East y Larry Morris, el grupo de tres Marines estadounidenses que, tras el triunfo de la revolución cubana tuvieron a su cargo arriar la bandera de los Estados Unidos de la embajada en Cuba. Desde ese día quedó consignado con ese gesto el quiebre en las relaciones y la profunda enemistad que ambos países sostuvieron durante 54 años y que desde el pasado 17 de diciembre ha comenzado a transformarse hacia un futuro de relaciones abiertas con muchas preguntas aún por responder.

Podría decirse que la carga simbólica que ha rodeado todo este proceso tuvo un nuevo punto climático el pasado 15 de agosto con la apertura de la embajada estadounidense en La Habana. Ya, previamente, el 20 de julio quedó inaugurada la embajada cubana en Washington D.C., ante la presencia del Ministro de Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, el más alto dignatario cubano en visitar los Estados Unidos desde la última visita de Fidel Castro en el 1960. Esta vez, se izó una bandera nueva, sin embargo, la antigua bandera que fue guardada por décadas fue colocada en una pared de uno de los salones principales de la recién inaugurada sede diplomática. O sea, que siempre estuvo ahí y aguantó el paso del tiempo, como se espera que suceda con este esfuerzo «conciliatorio».

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El círculo quedó cerrado y alcanzó absoluta redondez simbólica cuando un mes después el Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, viajó a Cuba, siendo la primera vez que un Secretario de Estado estadounidense viaja al país caribeño en 70 años. Allí Kerry ofreció un discurso en perfecto español en el que se valió de una retórica del buen vecino y de las buenas voluntades en medio de las diferencias. Éstas últimas quedaron marcadas sobre todo al traer temas como los derechos humanos.

Sin embargo, más allá de una admisión pública de la diversidad ideológica que ambos países sostienen, con la apertura de estas embajadas y con el anuncio que hiciera Bruno Rodríguez en torno a la creación de un grupo de trabajo que habrá de determinar los pasos a seguir para continuar ampliando la apertura y definiendo las relaciones, queda claro que —sobre todo— en materia de intercambio comercial ambos países están decididos a relacionarse y comunicarse por encima de sus diferencias. Incluso, notas de prensa de todo el mundo documentan las voces de decenas de cubanos que presenciaron el momento, muchos de los cuales solían recordar que les alegra lo sucedido pero son conscientes de que esto no necesariamente van a renunciar a sus principios y a los valores simbólicos de su lucha que tan fervorosamente se viven en amplios sectores de la sociedad cubana contemporánea.

El principal escollo en el proceso, sin duda alguna, lo es la conclusión del embargo económico a Cuba, una medida que si bien cuenta con apoyo bipartita en el Congreso de los Estados Unidos, ciertamente, ha recibido el rechazo tanto de las voces más contundentes del exilio cubano como de los sectores más conservadores que miran el fin del embargo como una manera de avalar y retroceder ideológicamente en cuanto al régimen cubano y su historia.

Sin embargo, cada día es más evidente que se trata de un proceso histórico que no va a detenerse y Puerto Rico —tan políticamente ligado a uno y culturalmente hermanado con el otro— tiene una oportunidad importante no sólo de servir como punto de encuentro para futuros intercambios de todo tipo, sino que está llamado a participar como uno más en la ecuación.

Si los términos de estos diálogos y las retóricas giran en torno al «buen vecino», nuestra isla es indiscutiblemente el vecino idóneo para comenzar a gestar proyectos económicos de beneficio para ambas islas una vez concluya lo que a todas luces parece inevitable: el fin del embargo y la verdadera apertura. Los símbolos están completos.