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Melissa Hernández Romero: La experiencia de la mujer negra en la abogacía

Resaltó la importancia de abordar la interseccionalidad en temas relacionados con la raza. 

Por Valeria Alicea Guzmán

Desde pequeña la licenciada Melissa Hernández Romero siempre supo que quería dedicar su vida profesional a la abogacía, pero gracias a la representación reafirmó que podía ser posible

Aunque reconoció que el deseo fue heredado por su padre, Gilberto Hernández Montañez, quien consideró estudiar derecho, destacó que dos figuras también fueron fundamentales. 

Según Hernández Romero, las licenciadas Ana Irma Rivera Lassen y Josefina Pantoja Oquendo le reafirmaron que podía convertirse en abogada. 

«Eso tiene que ver con el tema de la representación. Si no hubiera estado Ana Irma y Josefina ahí al frente creo que mis esperanzas hubieran estado por otro lado. Ellas me dejaron saber que era posible. Siempre estaré agradecida con las compañeras», compartió en entrevista con Microjuris. 

Tras la visión de su madre María Luz Romero Carrión, quien se desempeñó como maestra, la ahora licenciada aseguró que la exposición a una educación distinta a las de otras personas negras tuvo un gran impacto en su futuro. Hernández Romero cursó grados elementales en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes y los grados intermedios y superiores en la Escuela Secundaria de la Universidad de Puerto Rico (UPR). 

«El haber estudiado en la Escuela Secundaria también me ha dado a mí oportunidades que quizás las personas negras no necesariamente tienen. Yo estudié en una escuela de gente mayormente privilegiada. El perfil de estudiantes de la Escuela Secundaria de la UPR, pues es de gente pudiente, muchas personas que pertenecen a la clase política o clase académica del país», aseguró. 

Por tal razón, Hernández Romero resaltó la importancia de abordar la interseccionalidad en temas relacionados con la raza. 

«Yo no soy una mujer negra necesariamente típica, aunque vengo de una familia de clase media pobre, de clase media baja. […] Yo he tenido las  oportunidades que no necesariamente tuvieron la mayoría de mis primos al estar en un contexto más privilegiado», reiteró. 

La experiencia como mujer negra

De igual forma, hablar de la experiencia de la mujer negra en la abogacía depende de las circunstancias individuales y de los grupos a los que pertenezcan. «Soy una abogada negra, feminista, soy queer. […] Eso hace que mi experiencia como mujer negra sea bien particular», señaló.

La abogada comentó que no estuvo expuesta al «racismo puro y duro» al que se enfrentan muchas mujeres negras. Sin embargo, mencionó que desde joven se enfrentó a experiencias racistas y discriminatorias. 

«Recuerdo una vez que yo estaba audicionando para un papel protagónico en una obra de teatro de la Escuela Secundaria. […] Cuando llegué a la audición estaba la maestra de teatro, estaba la practicante y esa persona, tan pronto yo entré, me dijo: ‘No audiciones porque ya sé cuál es tu papel’, y mi papel era de un cuervo. El cuervo lo que hacía era estar arrodillado durante toda la obra», contó.  

Con relación a su experiencia en la escuela de derecho, a diferencia de su paso por los estudios graduados, indicó que el mayor obstáculo con el que se encontró fue observar menor diversidad. Compartió que, en los años que estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Interamericana de Puerto Rico (UIPR), la única persona negra en el profesorado era el licenciado Charles Zeno Santiago

«No recuerdo a ningún otro profesor o profesora racializada como una persona negra. De entrada, era un mundo evidentemente blanco para mí. En mi clase habían dos o tres personas racializadas como negras. […] Yo estudié en 1999 y no necesariamente la gente estaba tan consciente de esas luchas. Así que las personas negras que estaban no estaban en el mismo lugar que yo», expresó. 

Cuando Hernández Romero llegó a la Facultad de Derecho de la UIPR, el llevar su pelo afro representó un problema en una clase. Detalló que un profesor señaló que para el ejercicio final de investigación la ahora abogada debía ir «sin peinados cómicos»

«La reacción de la gente fue mirarme a mí. Eso fue bien terrible y siempre lo cuento. Yo me pasé el blower para ese ejercicio final», sostuvo.  

Asimismo, argumentó que la estética en la profesión legal se visualiza como un asunto inherente a las personas blancas. 

«Es una estética del pelo planchado, es una estética de los colores sobrios. Esa no es mi estética. Me niego a reproducirla. Yo soy yo, y ni mi ropa ni mi peinado deciden si soy abogada o no. Mi título lo tengo independientemente de lo que llevo puesto», manifestó. 

Precisamente, contó que en los tribunales dudan si es la abogada y le preguntan si es la tía de la persona que representa. 

«A los funcionarios se les hace más fácil pensar que yo soy tía del hombre negro que estoy representando a que soy su abogada, aún cuando estoy solicitando información confidencial a la que una tía no tendría derecho», dijo.

Para Hernández Romero estas experiencias son ejemplos de microagresiones y representan la «sutileza del racismo», que las personas muchas veces no las ven porque no vienen desde la intencionalidad sino desde la programación.

«Está actuando conforme a las preconcepciones que tienen de qué es lo que hacen las personas negras, a qué se dedican las personas negras. Pero son experiencias bien duras porque cuando ya tú tienes ese radar activo, que puedes identificarlas, .[…] algunas llegan al punto de que me indignan», confesó. 

La educación para erradicar el racismo sistémico

Para erradicar el racismo, la licenciada comentó que es necesario educar desde las etapas tempranas de la niñez. 

También exhortó a reconocer y eliminar las diferentes barreras a las que se enfrentan las personas negras, que en ocasiones no les permiten visualizarse en diferentes espacios profesionales. 

«Que la niñez pueda darse cuenta y reconocer que pueden ubicarse en otros espacios que no son los que la sociedad les ha asignado. Yo no tengo ningún problema con que la gente se dedique a hacer otros oficios que yo no hago. El problema que yo tengo es cuando lo hacemos porque la sociedad nos separó ese lugar», afirmó.  

Explicó que es necesario que en las escuelas, además de integrar un currículo con perspectiva de género, se deben abordar los temas antirracistas.

«Para que podamos ir conformando mejores ciudadanos y más capacitados para que, cuando lleguen a representarnos, también nos representen bien. No necesariamente que hayan personas negras quiere decir que nos están representando bien porque se asumen los comportamientos y los prejuicios de la clase poderosa», puntualizó.