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De «desertor escolar» a la cuarta nota más alta de la reválida

"Cuando eres una persona que nace para perder, ¿qué tienes que perder?".

Por Perla del Mar Rodríguez Fernández

Esta no es una historia para puntualizar que «el que quiere, puede». Con eso aclarado, conozcamos a Harold Soto Fortuño.

Aunque su historia comienza un poco antes, los eventos que cambiaron su vida para siempre lo remontan al 1998, con el paso del Huracán George por Puerto Rico. Este evento fue detonante de una crisis familiar y el posterior descubrimiento de una enfermedad de salud mental a su madre que cambiaría la historia de su familia para siempre.

Harold estaba, apenas, en segundo grado. Aunque son muchas las enfermedades de salud mental, la enfermedad de su mamá —como relata Harold— «hizo mucho ruido». Su madre nunca tuvo acceso a servicios de salud adecuados para atender su diagnóstico.

¿Cuál fue el efecto? Una serie de eventos traumáticos que llevaron a Harold y a sus hermanos a asumirse como pequeños adultos que remaban un barco junto a su padre y la enfermedad de su madre. Todo lo que ocurrió fue marcado por la falta de servicios de salud adecuados para su mamá. Mientras, el padre de Harold fue puro cariño para sus tres hijos. Falleció mientras Harold estudiaba su Juris Doctor en la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Aunque el padre fue sostén para sus hijos, estos eventos provocaron que Harold, desde pequeño, siempre tuviese la mente en su casa.

Harold veía la escuela como algo secundario y, evidentemente, su desempeño escolar se perjudicó. Era su supervivencia la que estaba en juego. Él limpiaba, cocinaba, no existía eso de los roles de género porque eran tres niños y un padre encargados de la supervivencia de un hogar.  Cuando llegaba a la escuela, no entraba a los salones, «se quedaba en los pasillos y fastidiaba muchísimo».

Le gustaba la escuela, pero no le gustaban las clases. Todo el mundo le decía «tú eres inteligente, pero no entras al salón». Siempre se las arreglaba para pasar de grado, hasta que llegó a duodécimo grado y no le quisieron hacer el arreglo. Ahí vino el miedo. Le daba terror «colgarse». ¿Qué iba a pensar su mamá, que por tantos años fue maestra de inglés?

Fue así como le presentaron el programa Challenge de la Guardia Nacional.

Ninguno de sus familiares estaba de acuerdo con que entrara en un programa para personas que habían tenido que interrumpir sus estudios secundarios o, como comúnmente se les conoce, «desertores».

Este programa está diseñado para que personas puedan completar su décimo, undécimo y duodécimo grado en seis meses dentro de un programa residencial muy estricto. Aunque fue complejo, Harold obtuvo su cuarto año con cuatro puntos. Se distinguió. Fue el presidente de su clase.

Esa fue la primera institución —fuera de su hogar— donde fue un líder.

Harold recuerda su tiempo en Challenge y dice que no hay tantas diferencias entre las personas que completaron el programa y las que conoció posteriormente en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Ponce, en la Escuela de Derecho y en la Maestría en Derecho que recientemente terminó en Boston University.

«Tenían soluciones más pragmáticas y brillantes. La diferencia es el miedo, el miedo de pensar que nacieron pa’ fracasar», explicó Harold.

Harold sabía que quería estudiar derecho, pero no sabía cómo terminar allí. Empezó a estudiar Justicia Criminal en el Recinto Metro de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, pero por diversas razones, tuvo que volver a Ponce.

En el 2012, entró a la UPR en Ponce. Tenía un miedo grandísimo. «La gente como yo no entraba a la UPR», puntualizó.

Harold se enfrascó en terminar el bachillerato y entrar a clases porque quería estar en el Consejo General de Estudiantes de la UPR en Ponce. Aprendía sobre lo que estudiaba y sobre lo que le había sucedido. Escuchaba a otros estudiantes hablar sobre la importancia del acceso a la educación en la UPR (porque él ya conocía lo que representaba no tener acceso a servicios de salud) y las barreras que presenta para las personas menos afortunadas.

Para Harold, al entrar a la UPR había burlado su verdad.

Si se hubiese logrado graduar de su escuela, sin el programa Challenge, jamás hubiese entrado a la UPR y la UPR fue determinante.

Fue vicepresidente y presidente del Consejo General de Estudiantes de la UPR en Ponce. Además, fue  representante estudiantil subgraduado ante la Junta de Gobierno de la UPR. Le encantaba porque era reproducir lo que ya sabía hacer desde casa: vivir por otros.

Así se graduó de la UPR y entró a la Escuela de Derecho de la PUCPR. Su papá se murió. Él era todo para sus hijos. Este luto fue otro golpe en medio del Juris Doctor y mientras ejercía como Procurador Estudiantil en la UPR en Ponce.

El padre de Harold murió por cáncer y porque —a pesar de todas las veces que llevó a su padre al médico— cuando lo refirieron con un especialista para diagnosticarlo ya era muy tarde. Murió dos semanas después que lo diagnosticaron.

La falta de acceso a servicios de salud le ha fallado mucho a su familia, afirma Harold.

Su papá no estaba y él estaba solo. Había decidido estudiar en Ponce para estar junto a su familia, cocinarle y hacerle la compra. Tocó empezar a tomar decisiones por él. La motivación era él mismo. Empezó a ser más consciente de su alimentación y dejó de fumar.

Empezó a entrar a clases por primera vez. «No podía leer todas esas cosas que ellos dan», pero su rendimiento cambió muchísimo. Tomó muchas clases, fracasó alguna que otra, pero terminó y lo aceptaron en la Maestría en Derecho de la Universidad de Boston. Entró al LLM en Banking and Financial. Mas que por el derecho bancario, le motivó la parte de las finanzas, el derecho corporativo, los contratos comerciales y los derechos de los consumidores.

En septiembre, recién comenzando la Maestría en Derecho en Boston, tomó la reválida de derecho. No la pasó por nueve puntos.

Al mudarse a Boston, la universidad le requirió un seguro médico y decidió hacerse todos los exámenes que pudo. Le diagnosticaron Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD, en inglés), tras un examen de más de cuatro horas. Le explicaron que con su cuadro neuropsicológico la posibilidad de que él estuviese sentado tomando un curso era extremadamente complejo para él y era equivalente a día y noche de esfuerzo para él.

El ADHD es un trastorno neurobiológico que afecta principalmente a niños, pero que también puede persistir en la adolescencia y la edad adulta. Se caracteriza por dificultades persistentes en la atención, la impulsividad y la hiperactividad.

Fue un momento muy triste para Harold porque se dio cuenta de lo duro que había sido consigo mismo. Mucha gente le dijo que era un «dejao», pero el primero en decírselo era él mismo. Siempre se decía «y si yo no fuera tan irresponsable, y si yo no fuera tan indisciplinado».

Harold recibió su diagnóstico el pasado 28 de enero. Sus medicamentos llegaban una semana después y tenía que empezar a estudiar para un segundo intento en la reválida y continuar su LLM.

Apenas le quedaba mes y medio para estudiar, pero confiaba en que con los medicamentos y las terapias ahora sí tenía las herramientas adecuadas para poder enfrentar el estudio y el examen de la revalida

Hizo un itinerario de dos rondas, a la vez que continuaba el LLM. Lo primero era aprenderse las «frases sacramentales» o «esas oraciones que te suman puntos en las preguntas de discusión». Se encerraba en un salón de estudio, escribía la frase en la pizarra y la recitaba en voz alta. La segunda fase era responder preguntas de selección múltiple de Jorge Velázquez. Sus ganas de estudiar se multiplicaron. Dejaba de estudiar cuando cerraban la biblioteca y se acostaba pensando en la reválida.

Muchas veces no obtuvo todos los puntos en las preguntas de selección múltiple, pero como comentó Harold, «el proceso solo puede ser útil si te equivocas porque si no te equivocas, significa que no tienes que estudiar».

Para Harold, todo esto se convirtió en un juego mental. «El juego no empieza el día de la reválida. Empieza cuando te sientas a estudiar». Cuando salió del examen de dos días, no pensó que sucedería lo que pasó después: fue la cuarta calificación más alta del examen de reválida general de marzo.

Harold comentó que tener que pasar por un examen de cuatro partes en dos días es un proceso mentalmente muy desafiante para cualquiera y ese elemento puede ser determinante en la ejecución de cualquier aspirante.

Sin embargo, admitió que en su caso, él había estado mayormente tranquilo, pues «cuando eres una persona nacida para perder, ¿qué tienes que perder?».

Para Harold, el diagnostico de ADHD y el subsiguiente PASS en la reválida es una lección de compasión, de reconocer nuestras diferencias, la diversidad de talentos e inteligencias y el acceso como elemento determinante frente a la revalida de derecho.

Mientras la conversación con Harold continuaba, comentó que le preocupan los resultados de las últimas reválidas frente a los estándares del Consejo de la Sección de Educación Legal de la American Bar Association (ABA) para las escuelas de derecho del archipiélago. Harold cree que toda persona que obtiene su Juris Doctor en una Escuela de Derecho de Puerto Rico debe poder ejercer la profesión en Puerto Rico.