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Sonia Sotomayor y su pasión por el servicio

por Yarelis Rivera

Su candidez fue notable tan pronto pisó el escenario y arrastró la silla que le correspondía ocupar hasta el borde de la platea. Así estaría más cerca del público que llenó el Teatro de la Universidad de Puerto Rico(UPR) para la presentación de su libro, Mi mundo adorado. Una vez acomodada, la jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Hon. Sonia Sotomayor, dio inicio al conversatorio sobre su autobiografía.

Esta puertorriqueña, la primera hispana y tercera fémina en ocupar asiento en el más alto foro judicial estadounidense, dijo con total sinceridad que el éxito de sus memorias la había sorprendido. «Si ser jueza era una fantasía, ¡tener un bestseller (en la lista del New York Times) era impensable!», sostuvo. Actualmente, el libro ocupa la séptima posición del listado neoyorquino. Sin embargo, la mujer hizo hincapié en sus logros entre el mercado hispanohablante. «Me voy a poner un poco orgullosa», advirtió al anunciar que la versión en español del texto había vendido más de 30 mil copias hasta hoy.

Sonia Sotomayor
Foto: Ricardo Alcaraz

Ahora bien, la humildad de la jueza fue mucho más notable durante el encuentro con estudiantes, profesores, jueces, empleados no docentes y la comunidad en general que presenciaron cuando admitió que se sentía nerviosa por su encuentro con la moderadora del conversatorio, la escritora y profesora Mayra Santos Febres, a quien dijo admirar.

Según Sotomayor, el tema central de su libro -su espina dorsal- es la posibilidad que tienen los lectores y lectoras de identificarse con ella y sus vivencias. «Nosotros éramos pobres. Ahora se usa la palabra ‘humilde’, ¡pero la realidad es que éramos pobres!», sostuvo la mujer. En Mi mundo adorado, los relatos de su pobreza se unen a las historias de las luchas que vivió como puertorriqueña en el condado del Bronx en Nueva York, de tener un padre alcohólico, una madre que sacrificó sus deseos de ir a la universidad por enfocarse en las necesidades de su familia y una abuela que fue figura importante en la vida de la ahora autora.

Para la jueza, uno de los ángulos con más peso en el texto es aquel enfocado en su progenitora, Celina Sotomayor, quien se encontraba en el teatro y se llevó el primer aplauso de la mañana cuando la decana de la Escuela de Derecho, Vivian Neptune, anunció su presencia. «Para mami era un sueño estudiar, pero su prioridad era trabajar por nosotros», recordó la jurista. Mas enfatizó que su progenitora nunca renunció por completo a su anhelo por obtener un grado universitario, lo que la llevó a convertirse en enfermera graduada cuando sus hijos ya eran adultos. «La edad (para estudiar) no importa porque uno debe aprender hasta el día que se muera», afirmó Sotomayor.

Asimismo la abogada de 58 años habló de la clave del éxito para alcanzar las metas que cada quien se proponga. «Alguien puede ser inteligente, pero lo más que importa para aprender y desarrollarse es la determinación y la perseverancia», sentenció. Fue, justamente, su carácter enfocado lo que la llevó a vivir entre «muchos mundos», según acotó cuando Santos Febres le preguntó cómo había logrado transitar entre tantas realidades: Estados Unidos y Puerto Rico, los proyectos de vivienda pública donde se crió en el Bronx y las universidades más prestigiosas -como Yale y Princeton– donde estudió, entre otras. Su respuesta fue sencilla. «Me siento cómoda en todos y cómoda en ninguno. (…) Mi mundo adorado no es sólo Puerto Rico, es un mundo muy grande con muchas partes. (…) No soy la niña de la piragua solamente», dijo al aducir a algunos relatos del libro.

Por esa misma línea, contestó varias preguntas del público, que rió repetidas veces durante el intercambio de casi dos horas con Santos Febres. Para la estudiante de Derecho que le pidió consejo para los alumnos próximos a graduarse, la jueza planteó que la clave de convertirse en abogados y abogadas exitosas debe girar en torno a la pasión por servir. «El Derecho es una carrera de servicio. La gente irá donde ti con un problema (…). Siempre hay que pensar qué es lo mejor para el cliente», dijo.

Finalmente, al cuestionársele qué le falta por hacer, Sotomayor respondió: «Profesionalmente, ¡quiero ser la mejor jueza que pueda ser! (…) Quise ser jueza para ser parte de la conversación de cómo se arregla la sociedad».