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¡Como el ave que no puede volar!

Por el Lcdo. Donald R. Milán Guindín

¡Como el ave que no puede volar!La siguiente nota no es otra cosa que una carta abierta o invitación al cambio dirigida a todos los abogados y futuros abogados, y –en algún extremo– dirigida a los jueces ante los cuales postulamos. Cuando comencé en esta profesión tenía la idea de que los defensores más agresivos –en el buen sentido de la palabra– de cualquier derecho humano lo eran los abogados. ¡Pues qué equivocado estaba! He tenido el honor de conocer abogados muy valientes pero también la decepción de conocer a quienes la llama de la pasión por su profesión parece haber sido extinguida. Y es en esta última aseveración que existe la conexión con el título.

En el archipiélago de las islas Galápagos existe un ave, el cormorán, que debido a que no tiene un depredador natural y por la abundancia de alimentos ha perdido su capacidad de volar. Únicamente en las islas Galápagos el cormorán no vuela. Al parecer algunos abogados por abundancia de alimentos y a falta de un depredador natural han perdido su habilidad de volar. Añadiría, que por conveniencia también.

El desarrollo del Derecho depende de los abogados valientes –no de los inconformes por la decisión judicial- de los valientes quienes tendrán el coraje de retar el sistema. Abogados como Santos P. Amadeo, José Enrique Ayoroa Santaliz y Pedro Malavet Vega, por mencionar algunos, han formado el derecho penal puertorriqueño que hoy día los estudiantes de Derecho estudian.

Pararse frente a un juez y hacer cualquier petición, que su concesión se desvié de la norma ya establecida, es un reto para cualquier abogado. Igual de retante es solicitar un juicio por jurado, una supresión de evidencia, una inspección ocular, en fin cualquier petición contenida en las reglas que saque a las demás partes del proceso judicial de la comodidad, de la alegación de culpabilidad. Es que nuestro sistema –en el ámbito penal- parece estar diseñado para aceptar únicamente alegaciones de culpabilidad. Igual de retante puede resultar defender cualquier causa civil, peticionar un injunction para proteger el medio ambiente o la petición de la celebración de un juicio por jurado en los tribunales locales, por citar dos ejemplos propios.

El mensaje que intereso llevar no es una crítica, pero sí una invitación a los abogados y futuros abogados a ser originales y genuinos, a pensar más allá de lo que hemos visto y copiado por años. Una invitación a la lectura detenida y a la creatividad con el Derecho como fundamento con el fin de crear un mejor Derecho. Nos hemos acostumbrado a escribir demasiado, a copiar –como si nos regalaran el papel- cita tras cita, pero olvidando el llevar un mensaje claro. Hagamos lo contrario. Si la sensación de no encontrar una base jurídica para una petición nueva resultare aterradora, no se decepcione, no se asuste, utilice esa sensación como motor de lucha. A los jueces, los invito a permitir la creatividad de la cual se nutre nuestro Derecho y a no limitar sus determinaciones al “No ha lugar”. Por último, a las escuelas de Derecho –quienes tienen una gran responsabilidad social- las invito a crear grandes abogados, valientes, creativos y defensores de los derechos de sus clientes. Abogados que no se dejen dominar por la presión de tener bienes materiales y que solo midan su éxito profesional por sus batallas legales y por su originalidad. Quien sabe, a lo mejor un día el cormorán nuestro vuelva a volar.