En el presente, en menos de 8 meses, la humanidad de todo el mundo celebra que tenemos las primeras vacunas contra una mortífera pandemia que ha matado a casi dos millones de personas en el mundo y ya casi 1,400 puertorriqueños.
Este logro de una vacuna en un tiempo récord se ha debido en parte al uso de lo que se conoce como tecnologías disruptivas.
Estas tecnologías se encuentran en nuestros entornos Siri, Cortana, en nuestras computadoras y teléfonos inteligentes, nuestras lavadoras y estufas y pronto los autos autónomos sin choferes, barcos autónomos sin tripulantes y aviones sin pilotos.
Esto, sin dudas, tiene efectos en el mundo del derecho.
El profundo debate se originó en Europa. La resolución del Parlamento Europeo del 16 de febrero de 2017, hizo unas recomendaciones a la Comisión Europea sobre normas de derecho civil relacionadas a los robots.
Surgieron unas posibles soluciones jurídicas y por primera vez se expresó el concepto de la «personalidad electrónica».
Esta fue la expresión del Parlamento Europeo: «Crear a largo plazo una personalidad jurídica específica para los robots, de forma que como mínimo los robots autónomos más complejos puedan ser considerados personas electrónicas responsables de reparar los daños que puedan causar, y posiblemente aplicar la personalidad electrónica a aquellos supuestos en los que los robots tomen decisiones autónomas inteligentes o interactúen con terceros de forma independiente».
Estos robots que tomen decisiones autónomas inteligentes o actúen de manera independiente será las personas electrónicas, con sus respectivos derechos y las obligaciones de reparar los daños que puedan causar y además, tendrán que pagar impuestos y cotizar para el seguro social.
Posteriormente, el 25 de octubre de 2017 un robot femenino llamado Sophia cuya piel está hecha de una silicona especial e imita gestos y expresiones humanas, donde sus ojos están hechos por cámaras que analizan su entorno y habla inglés, cuenta chistes y mantiene conversaciones, se le otorgó la nacionalidad del Reino de Arabia Saudita.
Luego, Shibuya Mirai una Inteligencia artificial que no es física, se le otorgo la Residencia permanente y oficial en Japón.
Esto ha traído un debate y diálogo en la comunidad letrada del globo por sus serias implicaciones en todas las áreas del derecho.
El pasado 16 de diciembre de 2020 en la Facultad de Derecho de la Universidad de York en Reino Unido se llevó a cabo el Taller de la Red de Investigación en Derecho y Robots conocida como Robots and Inspection and Maintance bajo las siglas en ingles de (RIMA).
En este taller, los ponentes son profesores de derecho de los países que están en la vanguardia en el desarrollo del derecho y tecnologías.
En el evento se analizan las implicaciones y responsabilidades provenientes de la utilización de Robots con Inteligencia Artificial.
El único ponente de Iberoamérica fue un profesor puertorriqueño proveniente de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico (UIPR).
El profesor Fredrick Vega Lozada, en su ponencia criticó la resolución del Parlamento Europeo del 16 de febrero de 2017 y expuso sus argumentos al respecto y presentó una propuesta que llamó “doulos Robota”, el modelo asiático inspirado en las leyes de los países avanzados en el Derecho y Robots específicamente de Korea, Japón y Singapur.
Hay varios problemas en cuanto a las definiciones de lo que será una persona electrónica.
Nos dice el profesor Vega que “desde las primeras creaciones de criaturas robóticas casi 3,000 años antes de Cristo en la antigua Grecia, hasta ahora los Robots han estado bajo el régimen de propiedad mueble. El asunto ahora es que algunos robots al tener inteligencia artificial pueden comenzar a emular decisiones que usualmente toman las personas naturales. Entonces, comienza con premura y sin ponderación una presión hacia la comunidad jurídica para que esta cree una figura jurídica que identifique y regule estos adelantos tecnológicos”.
Al crear unas definiciones y propuesta de legislación que otorga una personalidad jurídica propia a los Robots con autonomía e inteligencia artificial que puedan tomar decisiones.
El profesor Vega sostuvo que en la misma comunidad científica hay debates sobre lo que significa inteligencia artificial y existen cientos de definiciones en la literatura científica al respecto.
«Lo que es peor: cada país que tiene adelantos serios en estas áreas tales como Japón, Corea, Singapur, China, Europa y Estados Unidos tiene sus propias definiciones de lo que significa un robot con inteligencia artificial», expuso el profesor.
Por lo que, según el profesor Vega, es un error asignarle en este momento una personalidad jurídica propia a los Robots con inteligencia artificial.
«Esto ya lo experimentamos con el advenimiento de la revolución tecnológica de la Internet en los años noventa y recordemos el primer caso que el Tribunal Supremo de EE.UU, enfrento las definiciones y funciones de la Internet, en el caso de ACLU v. Reno I. El Tribunal se expresó que el Ciberespacio era moldeable. El caso dio a entender algo meridianamente claro que el derecho vigente debía adaptarse con mucho cuidado caso a caso a los cambios tecnológicos sin perder de rumbo el estado de derecho imperante. Porque como los cambios tecnológicos son exponenciales en su profundidad y rapidez, siempre el derecho tendrá que evolucionar de manera gradual».
Además, destacó en su ponencia que a una persona natural se le haría difícil o imposible obtener en el Reino de Arabia Saudita el mismo derecho o privilegio que al robot y a ese robot, que aparenta tener una apariencia femenina, no se le exigen las obligaciones que se le exige las mujeres de ese Reino.
Por el otro lado, para una persona extranjera es muy difícil obtener residencia en Japón, pero para un programa con inteligencia artificial se le hizo relativamente fácil.
Eso no está en conformidad con los derechos humanos en el mundo, sostuvo el profesor de derecho.
Mientras tanto, una alternativa de figura jurídica a la personalidad electrónica fue acogida por los profesores y las profesoras de derecho.
Las ponencias serán publicadas por la Universidad de York en el 2021.
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